Mujeres, estrógeno y caza: la conexión prehistórica que debes conocer

En la historia de la evolución humana, se solía creer que los hombres eran los cazadores y las mujeres se dedicaban a la recolección. Sin embargo, investigaciones recientes desafían esta narrativa común. La profesora de antropología de la Universidad de Delaware, Sarah Lacy, junto con su colega, Cara Ocobock de la Universidad de Notre Dame, han llevado a cabo una investigación centrada en la división del trabajo basada en el sexo durante el período Paleolítico.
Su análisis de artefactos arqueológicos y literatura científica reveló que no existen pruebas sólidas que respalden la idea de roles rígidos asignados por género. En particular, se ha descubierto que las mujeres no solo eran físicamente capaces de cazar, a pesar de las diferencias anatómicas, sino que también se ha evidenciado un sesgo de género en la interpretación de los hallazgos arqueológicos.
Los arqueólogos solían atribuir automáticamente los artefactos y herramientas a los hombres, ignorando la posibilidad de que las mujeres también jugaran un papel activo en la hazaña de la caza y otras actividades. Además, las diferencias fisiológicas entre hombres y mujeres han sido malinterpretadas. Si bien los hombres pueden tener ventaja en actividades que requieren velocidad y potencia, las mujeres han demostrado tener ventajas en actividades de resistencia debido a la presencia de estrógeno en su organismo.
La comprensión de las sociedades del Paleolítico revela que la mayoría de las personas vivían en pequeños grupos, lo que hace poco probable la idea de que solo una parte de ellos se dedicara a la caza. En una comunidad tan pequeña, la flexibilidad era esencial y cada miembro debía ser capaz de desempeñar cualquier papel según las necesidades del momento.
Es importante destacar que el concepto de roles de género en el Paleolítico se originó en 1968 con la publicación de «Man the Hunter». Esta teoría influyó en la percepción de la prehistoria durante décadas, pero se basó en una interpretación sesgada de los hallazgos arqueológicos. Las investigaciones realizadas por mujeres fueron pasadas por alto o menospreciadas debido a su etiqueta de «feministas».
Lacy enfatiza la necesidad de reconsiderar los roles de género en esa época y cuestionar la idea de que solo los hombres cazaban y que su comportamiento guiaba la evolución. Durante 3 millones de años, hombres y mujeres participaron en la obtención de recursos para sus comunidades. Estos nuevos descubrimientos ofrecen una visión revolucionaria de los roles de género prehistóricos y destacan la importancia de adoptar un enfoque más inclusivo en la historia de la evolución humana.
La investigación de Lacy y Ocobock también destaca la importancia de desafiar estereotipos de género arraigados en la sociedad moderna, ya que las percepciones históricas pueden influir en nuestras actitudes actuales hacia el género y el trabajo. Reconocer la diversidad de habilidades y roles desempeñados por hombres y mujeres en el pasado puede tener un impacto significativo en la igualdad de género en la actualidad y en el futuro.